jueves, 18 de enero de 2007
Goldbeer
Perris “Goldbeer” Donovan se recostó contra su escritorio de forma descuidada. Era otra mañana gris, de otro día gris en una ciudad gris. Por el ventanal de la oficina podía ver una calle sin color, como si estuviera en blanco y negro. En el vidrio unas letras opacas componían un cartel que rezaba “KV, Agencia de Detectives”. Perris pensaba que su vida era insulsa y sin sentido desde que descubrió cierta plataforma de un conocido fabricante de sistemas operativos. En aquel momento dejo de cuidar su aspecto y ahora el mismo era tan lamentable como su falta de ilusión: barba de varios días, camiseta de tirantes sucia con manchas de sudor, gabardina y pantalones grises arrugados. La mesa del escritorio, sobre la que ahora daba cabezadas, no ofrecía mejor aspecto. Un cenicero rebosante de colillas servía a modo de manantial de ceniza sobre la madera. Había vasos de plástico con olorosos restos de café, botellas de whisky y latas de cerveza medio vacías - nunca las vaciaba del todo por eso de poder ver el vaso medio lleno - y un mugriento ordenador cuyo monitor despedía una luminosidad fantasmal que contrastaba con la oscuridad del sitio. Al fondo, el Detective en jefe Heli O.T. Ness lanzó una furibunda mirada a Perris. “Bronca al canto” pensó éste, y agarró con mano temblorosa el ratón mientras con la otra encendía el enésimo cigarrillo. Exhalando una bocanada de humo, Perris abrió el Mozilla Thunderbird para chequear su correo electrónico. Había un mensaje nuevo. De Heli O.T. para Perris Donovan; asunto: “Esto no puede seguir así” Perris leyo en voz baja con labios temblorosos “¿Pero qué haces Perris? ¿Tú te has mirado en el espejo? ¡Imaginate que entra un cliente! Vale que hace meses que no tenemos ninguno y estamos casi en quiebra, pero todavía espero que por esa puerta aparezca nuestra oportunidad de oro. Y la vas a espantar con esas pintas. O te compones o mañana no vuelvas por aquí. Heli.” Perris arrastró el cursor para enviar el mensaje a la papelera de reciclaje. Era el cuarto que recibía como ese en una semana. ¡Canastos! – pensó - Al menos podía dignarse a escribir uno nuevo. En ese momento, la puerta se abrió y entró una hermosa mujer cuyo colorido parecía contrastar con el metraje blanco y negro de la vida de Perris. Era rubia, con unos morritos deliciosos y un llamativo vestido del estilo de los años 40. - ¿El señor Perris Donovan? – preguntó -. Mi nombre es Scarlett Johansson. Alguien está tratando de chantajearme, necesito su ayuda.
de que va esto:
pipe literato
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