Me la han vuelto a meter doblada.
La última vez dije “ni una más, Barrabás”. Pero he vuelto a caer. Estoy hablando, como habrán deducido por el título del post, de las redes sociales. Siempre empieza igual. Alguno de los perturbados que tengo por amigos me dice (habitualmente por la herramienta del demonio que es el MSN) “Ostia, tienes que entrar en pongaaquíelnombredesuredsocialfavorita.com... Hay unas tías que te caaaaaaaaaaaaagassss en las bragas”. Y yo, a falta de algo mejor que decir, digo “¿Sí?” Y me lo corroboran, claro. “Sí, sí, mira, mira...” Me envían una foto que han sacado de la dichosa red social. Una jamona en bragas/tanga y sujetador. O en bikini. O desnuda de cintura para arriba, tapándose los pezones con unas manos que apenas abarcan esas desmesuradas mamellas. Con unos ojos como piedras de jade y un pelo cual cascada de azabache. Con cara de gatita traviesa o chica mala. Y, si tienes suerte, hasta sonriente (a mí es que las sonrisas bonitas me privan, qué se le va a hacer). Y entonces digo “Bueno, pues vamos a registrarnos y probar suerte, a ver si alcanzo a conocer a alguna de estas guarr... bellezas”.
Entonces te registras, pones una descripción comedida para no parecer demasiado salido (ni un beato, joder, que los extremos son malos), subes unas afotos de ese cuerpazo que Dios o el Demoño te ha regalado y das al botón de “búsqueda de usuarios” o similar para comenzar el asalto. Si has hecho algo mal, tus contactos de MSN recibirán publicidad del sitio (ruego encarecidamente me perdonen) pero es un detalle menor. Pones de fondo la cabalgata de las Walkirias (me encanta el golor del napalm al desayunar) y comienzas a dejar mensajes de saludo a cuanta potorra desfila por el monitor de tu ordenador. Dejas el asunto ahí madurando y te vas a otros menesteres. En mi caso a leer... Sí, ¡otra obra de George R.R. Martin! La muerte de la luz, una historia de amor cautivadora encuadrada en un marco tan poco habitual (en estos casos) como la ciencia ficción. Preciosa. A las tres horas y tras calzarte medio libro dices “¡Ostia! Voy a ver la cosecha de respuestas” Y te encuentras con que... ¡no ha respondido ninguna! Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah, pringaooooo. Todas han leído el mensaje, pero ninguna ha respondido. “¡Mierda!” Piensas. No me acordaba de que en las redes sociales no se socializa. No es más que un escaparate de carne, un desfile de egos (si es que en la mayoría, las fotos hasta se votan y puntúan).
Juro que no es resentimiento. Ni una pataleta, ni un “ahora me enfado y no respiro”. A mí, que unas señoritas que se dedican a exhibirse (y gratis) por internet no me respondan me suda la polla desde la base hasta la punta del tálamo. Es más, hasta me parece bien. Si es que hoy en día el que no se hace una paja es porque no quiere. Pero se me empieza a afilar el colmillo. A gotear el veneno... Pura maldad. E intento no hacerlo. Pero hay algo en mi interior que me puede. Pienso “No demuestras inteligencia haciendo lo que planeas hacer”. Pero una vocecita interior me dice “No tienes nada que demostrar”. Pienso “Son seres humanos...” y la vocecita interior que no calla “... y por lo tanto viles e infames, merecen un escarmiento”. Los dedos se disparan hacia el teclado... Y empieza la retahíla. A una que tiene la nariz un poco respingona le escribo “Joder tía, tú si hueles un bacalao lo dejas soso”. A otra “¿Esas manchas amarillitas en tus bragas no serán meos resecos? Hoy en día la incontinencia urinaria tiene remedio” Y a otra “¡Madre de Dios! ¿Ese bikini de saldo lo compraste en los chinos o te lo regaló tu abuela?” Y la cosa sigue... “Deberías dejar de fumar, esas manchas cremosas en tus dientes me impiden pensar en otra cosa” ... “¿Eso qué es? ¿La superficie de la luna? Ah, no, es celulitis” ... “Tienes unos ojos que solo les faltan las ranas para parecer una charca”
Tócate los cojones.... Ahora sí que responden... ¡Vaya que si responden! “Eres un cabron” “Eres un jilipoyas” “Q t dn x culo” “vete a la mierda” Si es que no hay nada como un poco de simpatía para animar el cotarro. Aunque te queda un mal sabor de boca... Te devanas los sesos para ofenderlas y todo lo que son capaces de decir es que eres un cabrón y un gilipollas. Era mejor la canción de Terrance y Philip.
Así que dices “Joder, otra vez lo de siempre”. Borras tu perfil, esperas que los que han recibido la publicidad por tu culpa no se caguen en tu puta madre, juras que nunca más te registrarás en una red social, y te preparas para salir a tomar unas copas y perdertete en los ojos de esa preciosidad cuya amistad y sonrisa tienes el gusto de compartir, sabiendo que ella no necesita medio despelotarse ante el mundo para hinchar un ego que no le importa demasiado. Ahora la aprecias más que nunca. A ver si la parte de socialización de la red social va a ser esta. Y claro, con tanta braga en la retina, en la ducha te haces la pajaza. Porque una ducha sin paja, ni es ducha ni es na.
viernes, 2 de enero de 2009
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