jueves, 14 de septiembre de 2006

El capitán Txema Barbado

Ferrol, Galicia

Mayo, año de nuestro señor de 1815

Jan Veracruz serpenteaba con paso vivo entre las callejuelas de Ferrol en dirección al puerto. La noche y una espesa niebla hacían el ambiente frío y peligroso. Por eso iba embozado, y bajo la larga y raída capa ocultaba un cutlass (que era como llamaban esos perros casacas rojas a los sables de marinería) y un juego de pistolas cargadas y listas para abrir fuego. En cada esquina se cernían amenazadoras sombras, que bien podían ser peligros imaginarios. O bien no. Por eso los ojos de Jan escudriñaban la noche como los de un gato. Atento a cualquier señal de alerta. Ladrones o milicia, ningún encuentro era conveniente. La brisa se tornó fresca y el aroma del mar se intensificó. A la vuelta de la esquina estaba su objetivo...

A Ñocla da Ría era, casi con toda seguridad, la taberna más sucia del puerto de Ferrol. Y Jan lo sabía. Por eso cruzó el portón de madera con estoicismo ante la bocanada de aire rancio que le golpeó el rostro como una bofetada. Dentro había una extraña luminosidad procedente de los fanales y el fuego de la chimenea. El ambiente estaba cargado del humo de guisos de pescado y un hedor como a pelo de animal. En una esquina, un grupo de músicos tocaba una vieja tonada celta conocida como Trollhammaren. Jan se adentró, apartando de su camino a borrachos y rameras, hasta la esquina menos iluminada del local. Allí, sentado en una mesa y con las botas descansando sobre la misma, se hallaba un hombre barbudo de rostro enjuto. Vestía al típico estilo de los marineros, con la empuñadura de un sable pendiendo ominosamente del cinturón. En la mesa se contaban siete jarras de cerveza vacías y su mano sostenía la octava.

- ¿Sois vos el señor Txema Barbado? – dijo Jan alzando la voz solo lo justo para que no le oyera nadie más.

- Pudiera ser... – dijo el marinero tocándose la nariz con la mano libre -. ¿Quién le busca?

- Alguien a quien le han dicho que el Birraquarius es el navío más veloz del Atlántico.

El barbudo marino le invitó con un gesto a sentarse a su lado.

- Así se llama mi barco. ¿Qué deseáis de mí?

- El contrato de vuestros servicios. Se trataría de un viaje a Méjico con escala en las Antillas.


- Mmmmm. Suena interesante.¿Cuál sería la carga?

- Solo pasajeros... Yo, un erudito profesor y ninguna pregunta a contestar.

- Vaya... ¿Algún problema con los casacas rojas?

- Ninguno. Sencillamente deseamos la máxima tranquilidad. Aunque el contacto con los buques británicos sería ciertamente... embarazoso.

El capitán Txema Barbado dio un largo trago a la cerveza sin apartar la mirada de Jan.

- Eso son 700 reales por barba –musitó meditabundo.

-¿Qué? ¿1.400 reales? – exclamó Jan -. ¿Has perdido el jucio?

- Esas aguas infestadas de ingleses y corsarios son muy peligrosas... Es lo que hay. Lo tomas o lo dejas.

La sonrisa del capitán Txema Barbado se abrió malicionsamente

Continuará...

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