jueves, 19 de febrero de 2009

Resistencia III

Notas previas: Este post es un flashback, y necesita una música dramática de piano de fondo.




Pipe estaba sentado en el suelo, cabizbajo, armando una pistola que previamente había desmontado para limpiarla y engrasarla. El edificio semiderruido que servía de cuartel general tenía un boquete de obús por el que se colaba la luz de la luna. Apoyando la espalda contra la pared, Pipe suspiró con cansancio. Una vieja tea de aceite chisporroteante iluminaba tenuemente las sombras del rincón. En ese momento entró Spoopy y se sentó a su lado.



- Nas, mai fren .- dijo.

- Hola, asesino de quimeras.

- Eeeeeeh… ¿puedo hacerte una pregunta Pipe?

- Dispara… Pero que sea fácil. Estoy cansado.


Spoopy bajó la vista y se miró la punta de las botas. Pasaron unos segundos antes de que se decidiera a hablar.


- ¿Por qué luchamos? ¿Qué hacemos aquí en medio de esta guerra?


Pipe alzó la vista y sus miradas por fin se encontraron. El silencio se prolongó aún unos instantes.



- Buena pregunta…. ¿Por qué luchamos? Solo puedo decirte lo que yo creo. No luchamos por nosotros. Llevo meses en este agujero infecto. Hace mucho que solo cago detrás de cascotes, duermo en el puto y frío suelo, como purés deshidratados y ni me acuerdo de lo que es el calor de una mujer. Me despierto en medio de la noche, sobresaltado, tiritando de frío, con los chillidos de agonía de las quimeras y los gritos de mis compañeros aún resonando en mis oídos. A veces, al ir a beber esa taza de brea incandescente y asquerosa que llamamos café, se me derrama por encima porque me tiemblan las manos. Cada vez soy más insensible a la muerte y el sufrimiento, dado que están por todas partes, como ese aroma especial que flota en el ambiente en primavera. La única sonrisa que veo es la de la luna en cuarto creciente. Este fusil de 10 mm es lo único que duerme a mi lado. Cada vez que me acuesto dudo que la noche siguiente vaya a estar vivo para poder hacerlo de nuevo. ¿Y todo esto por qué? No es por nosotros. Nosotros ya estamos perdidos. Mañana podemos estar bajo una fría losa de piedra. O acabar la guerra, incluso ganarla, e ir a parar a un sanatorio mental. No. Luchamos por una promesa de paz y libertad. Luchamos por la felicidad de los hijos que no vamos a tener, de las mujeres que no vamos a amar. Nos sacrificamos. Sacrificamos nuestras vidas, nuestro destino, nuestras creencias por la oportunidad de que otros puedan seguir adelante y vivir la vida que nosotros hubiésemos querido. No hemos elegido participar en esta guerra. Nosotros no la queríamos. Pero ella sí que nos quería a nosotros. Y aquí estamos. No hay vuelta atrás, ni hay redención. Solo podemos aguatar. Aguantar, ser fuertes, apoyarnos los unos a los otros y seguir adelante siendo conscientes de que ya estamos tan muertos como uno de estos putos cadáveres. Y con nosotros sólo llevamos una cosa. Una tenaz determinación que hace que los corazones de esos monstruos se encojan de miedo cada vez que ven nuestra mirada.



- Todo eso es muy bonito, mai fren – dijo Jan, que hacía un rato había entrado -. Pero yo lucho para esbarrigar a esas quimeras, bañarme del golor de sus entrañas y reírme a voz en grito de su sufrimiento.



- Amén – dijo Pipe insertando un cargador en la pistola que acababa de montar -. Ahora si me disculpáis me voy a dormir, estoy cansado. Me temo que mañana va a ser un día bien jodido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario