lunes, 11 de febrero de 2008

Esto es LEÓN!

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"¡Leoneses! Apurad bien las copas porque esta noche nos enjarrillamos... ¡en el infierno!"


"Aquí tienes tu jarra de peleas..." ... "yo no puedo beber esto... es una locura, una blasfemia" ... "¿Una locura? ¡Esto es LEÓN!"


Cuenta la leyenda que los leoneses somos descendientes del mismísimo Baco. Leoneses. Desde muy pequeños se nos enseña a no beber agua jamás. A no decir que no a una copa más. Leoneses. Los mejores borrachos que el mundo ha conocido. Porque morir con el estómago lleno de aguardiente es la mayor de las glorias que un hombre puede alcanzar.

A los recién nacidos se nos somete a una delicada prueba. Los que son alumbrados con el hígado pequeño o enfermo se les arroja desde lo alto de la catedral. Al salir de casa cada mañana nuestras madres, nuestras esposas, nos dicen: "Leonés... Vuelve con el buche lleno o la bota vino vacía".


"Aquí es donde nosotros bebemos... ¡Aquí es donde ellos se emborrachan!"


Nuestras metas son humildes. "Recordadnos" no queremos monumentos, canciones sobrias, estatuas ni honores... Tan solo que el mundo sepa que aquí unos pocos se comieron tol botillo.

Leoneses... Beodos.

lunes, 4 de febrero de 2008

Trailer de Txemator

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El decurión Janvs Fanboivs Meridivs se hizo paso entre las filas de mugrientos legionarios hasta llegar al general Chemáximo Borrachvm. Nubes negras amenazaban con nieve en aquél frío invierno en el limes de la ribera del Danubio. Corría el año 180, y las legiones de Marco Aurelio hacían campaña contra los marcomanos a fin de pacificar lo que un día sería conocido como Viena.



- Nervio y ansia – dijo Chemáximo apurando un buen trago de cerveza -. ¿Aún nada?

- Nada, general – respondió Janvs -. Tampoco hay respuesta en el campamento de la Virgen, de donde he venido presto. Ah, esta maldita guerra me erosiona como el viento a la roca, mai fren… qué ganas de volver a casa y yacer dulcemente en los brazos de un tierno efebo.


Chemáximo alzó el rostro con la mirada perdida, no se sabe si de melancolía o por los efluvios del alcohol. Empezó a sonar la ridícula música de una tía canturreando mariconadas, y Chemáximo se vió a sí mismo paseando la mano por entre unas espigas de trigo. Un pájaro alzo el vuelo, y Chemáximo se quedó mirándolo absorto. Agachándose, cogió un puñado de negra tierra y empezo a frotarlo con las manos. Se lo llevó a la nariz y comenzó a olisquearlo mientras pensaba “Eeeeeeeeeeh… nas, pendejo”


- ¿Qué cojones haces mai fren? – dijo Januvs -. Ahora te pones a juguetear con la tierra, en la víspera de una gran batalla. Tas muy tonto, ¿Sabeeees? Mira, ahí tenemos la respuesta.


De la espesura del bosque surgió un caballo que llevaba a un jinete romano decapitado.


- Han dicho que no… - dijo Chemáximus.


- Pues a preparse para la batalla… Tú, adelanta esa catapulta.

- ¡No! Ahí está bien

- ¡Pero la caballería peligra, mai fren!

- Está asumido, ¿de acuerdo? Además, ya me parece bastante absurdo pretender cargar a caballo a través de la espesura del bosque usando como arma un jodido gladius. Me van a doler los riñones de tanto agacharme a intentar matar germanos. Esto es Hollywood, así que da igual que encima me bombardeen con napalm.

- Los romanos no conocemos el napalm… ¿Si alguien pregunta qué decimos?

- Dí que es fuego griego.

- ¿Pero eso no lo usaban los bizantinos para crear un escudo de llamas alrededor de sus navíos?

- ¿Y qué? ¿Quién se va a dar cuenta de eso? Deja de protestar por todo.

- Bueno no, sí, vale, mai fren… ¿Sabeeees?

- Pues hale, fuerza y honor... A mi señal, ira y fuego


Chemáximo se colocó el casco con penacho de crin de caballo y se dispuso a montar. Janvs dio orden de que prendieran fuego a los proyectiles de catapulta, y abriendo los brazos en cruz mientras aspiraba ruidosamente dijo:

“Aaaah… Me encanta el jodido golor del napalm al desayunar”