jueves, 30 de octubre de 2008

Pypion Lannister

12 trollkin
Pues si, pues si, la foto del infame gnomo:


lunes, 20 de octubre de 2008

LCCZ II

5 trollkin
Ha sido abrumador. Me refiero al éxito de la canción de coca cola zero. Así lo atestigua el armario que tengo lleno de bragas pendientes de firmar enviadas por mis fans de medio mundo. Uno de mis lectores, médico psiquiatra de profesión, incluso se animó a mandarme el perfil psicológico del personaje de Jan Nieve. Amigo mío, se lo agradezco, pero para profundizar en la personalidad de Jan habría que desarrollar una ciencia nueva. No obstante tengo en consideración su esfuerzo.

Por otra parte, ha llegado a mis oídos la noticia de que un tal Martin nosequé está escribiendo una versión de mi obra titulada “La canción de hielo y fuego” como homenaje. Desde aquí le agradezco que haya pensado en mi trama para desarrollar la suya propia y le deseo la mejor de las suertes.



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Tengo el orgullo de presentarles un nuevo capítulo, que fue finalista en los premios Hugo, siendo derrotado al final por un voto ante la que, de forma curiosa, es otra obra mía: Janny Potter y el cáliz de agua con cuajarones.





MONDOR CLEGANE



La mañana amanecía fresca, y Mondor Clegane se hallaba sentado al pie de un árbol comiéndose una manzana a modo de desayuno. “Se acerca el invierno”. Esos norteños y sus estúpidos lemas. Tal y como estaba, se sacó la chorra y se puso a mear. Sentado. “No, nunca seré un caballero.” Pensó. “No tengo modales de Ser, los Otros se los lleven a todos. Hipócritas. Yo soy el Perro”. Sacó un pellejo de vino dorado del rejo que había robado en la última taberna y echó un largo trago. Con un sonoro eructo, se guardó la chorra y se rascó las pelotas. Una sonrisa afloró a sus labios al acordarse de la ramera con la que había pasado la noche. Qué cara de espanto puso cuando la luz de la vela iluminó su rostro medio quemado. De niño, a Mondor le regalaron el Queminova. Querían que fuera maestre en la ciudadela. Pero pronto, tal y como atestiguan las quemaduras de su cara, se puso de manifiesto que las ciencias no eran lo suyo. Así que decidió vivir y morir por la espada. Perdió la cuenta de los hombres que había matado en el septagésimo octavo. Si había algo que hacía iguales a los seres humanos, era la muerte. Fuertes o débiles, rubios o morenos, listos o tontos, negros o albinos. Con una espada hendiéndoles el cráneo todos morían igual. Había sido mercenario, escudo de un príncipe, soldado, mirmidón… Pero nunca caballero. Los odiaba con todas sus fuerzas. Normal, tantos años aguantando a los estereotipados paladines del Grillo.



Arrojó lejos hacia el camino el corazón de manzana mordisqueado y metió la mano en la bolsa. No tintineaba, pero al menos había un venado de plata. Con suerte y algo de regateo, podría cenar esta noche, y quizás le sobrara para las casas de lenocinio. Echó otro trago de vino. Aún recordaba el último banquete al que había asistido. Se había servido empanada de lamprea, copón asado con relleno de tocino de cocho, revuelto de setas con ajo arriero y picadillo de cecina, pescadilla que se mordía la cola, paté de anade estofado con rabo de buey y vino caliente especiado. Pero de eso hacía mucho. Ahora subsistía a base de sopas de cebolla y leche de soja en tabernas de poco lustre. Había dejado la corte y vuelto a la vida del mercenario.


- ¡Mondor Clegane! ¿Acaso le han soltado la correa al Perro? No pensaba que se pudiera pillar desprevenido a un cánido.


“Desprevenido no, medio abubilla. Mierda, he bebido demasiado vino casi en ayunas”.


- Es que me acabo de guardar la chorra. Pero si quieres me la saco otra vez y te la inserto en tol ojete, que sé que te gusta.



Ante él había tres jinetes y cinco hombres a pie. Habían salido del recodo del camino que se perdía entre los árboles. Debería haberlos oído, pero eran miembros (con perdón) de la Compañía Audaz y sabían moverse en silencio, incluso con armaduras. Iban fuertemente armados, y a su frente estaba el cazarrecompensas Ser Gio la Cabra Negra.


- Han puesto precio a tu cabeza, perro. Y he venido a cobrarlo.


Mondor escupió al suelo de forma ruidosa.


- ¿Y quién, si se puede saber, desea un adorno tan feo como mi cabeza?


- Ser Txemaime Lanninster.


- ¿El matarreyes? ¿Por qué?


- No lo dijo.


Con un sonido metálico, Mondor desenvainó la espada y la interpuso entre él y Ser Gio.

- Pues si quieres mi cabeza, cabritillo, ven a por ella.

martes, 14 de octubre de 2008

Canción de Coca Cola Zero

1 trollkin

Prefacio:


No voy a decir que he vuelto. Porque este, como cualquier otro, podría ser mi último post. Sin embargo, la verdad es que nunca me fui. Mátame Camión está a la deriva como un barco zarandeado por los mares del destino; con Humakt aferrado desesperadamente al timón, clamando por su soledad. Pero yo soy la ominosa tormenta que lo guía. Es mi furia la que hincha sus velas hacia puertos desconocidos. He estado -y estoy- ausente, sí. Ocupado en menesteres como engendrar más bastardos que Robert Baratheon y Julio Iglesias juntos. El mundo necesita de mi progenie para ser un lugar mejor. Y tan noble causa está incluso por encima de MC. Duele admitirlo. Sin embargo, y sin que siente precedente, no quiero que se me llene la boca hablando de mí mismo. Una vez más, mojo la pluma en el tintero para hablaros del auténtico ausente. Del hombre cuyo destino desconocemos desde hace años. Sí, claro, es Jan. Quién si no. Todos sabemos que cometió crímenes horribles (descarga de vídeos de shemales, comprar la x-box, coleccionar vasos con cuajarones,…). Y cuando se enfrentó a la Justicia del Rey, no le quedó más remedio que elegir entre la hoja del verdugo y vestir el negro. Su elección no fue ningún secreto. Su sino lo era hasta ahora. Inicia este episodio la saga que narra las aventuras de Jan entre los juramentados hermanos de la Guardia de la Noche, defendiendo el muro de cuantos peligros lo amenazan.




JAN



Se despertó sobresaltado, bañado en sudor frío. El sol aún no arrancaba destellos en los hielos del muro, y Jan Nieve ya estaba despierto. Flexionó los dedos con los que sujetaba el mando de la PS3 para desentumecerlos y mantenerlos flexibles. Tal y como le recomendara el lord comandante.


- No ha sido más que otra pesadilla, mai fren. –pensó casi en voz alta-. Siempre la misma, siempre recurrente.


Boli alzó la cabeza, desperezándose. Había estado durmiendo a sus pies en la fría celda de la torre de vigilia. El perro huargo siempre lo acompañaba. Al parecer compartían un mismo destino. Y el tamaño de los huevos.


- Roooosha, roshiiiiiiina. Duérmete otra vez, rey, no hemos tenido más que una pesadilla – le dijo al perro.


Boli bostezó y volvió a acomodarse para el sueño. Dichosas pesadillas. Otra vez soñó con el día en que se vio desposeído de su vida tal y como habia sido. Y de sus crímenes. Al pronunciar los votos y vestir el negro, su deuda de sangre quedaba perdonada. Y su vida se debía al servicio en la Guardia de la Noche. Los Otros se lleven a todos aquellos malditos burócratas. Ahora y siempre, su deber era defender el muro de sus posibles asaltantes. Los salvajes de Braki Ryder, el-Rey-más-allá-del-muro, se volvían cada vez más osados. Así que se estaba convirtiendo en un deber casi peligroso.



- Dichosas pesadillas – repitió.


No había sido una mañana muy distinta de la que se avecinaba. Estaba preso en Desembarco del Gay, pudriéndose en una celda de los niveles inferiores. Había en ella esparcidos excrementos, orines, restos de comida y teconología punta (ATENCIÓN: deja vú) por igual. El carcelero acudió en su busca y le llevó al septo. Allí, ante toda la furibunda multitud que pedía a gritos su cabeza, el septón supremo leyó la sentencia.



- Jan Nieve, por vuestros crímenes sexuales, de cambiacapas y escatológicos, la justicia del Rey decreta la pena capital para vos. (ATENCIÓN: spoiler) El maestre Mon Payne ejecutará la sentencia de inmediato. A menos que abracéis la posibilidad que el Rey, en su infinita sabiduría, os ofrece como alternativa: ingresar en las filas de los juramentados hermanos de la Guardia de la Noche y partir ipso facto hacia el muro.



Jan dudó unos instantes antes de responder:



- Si, no, bueno ahoasdhoaa, mai fren, no sé…


Pero todo eso había sido hacía una eternidad, y ahora no tenía tiempo para pensar en ello. El cuerno sonaba en una llamada. Era la hora de levantarse y desayunar. ¡Por los antiguos dioses! El cuerno llamó una segunda vez. Los salvajes atacaban. Jan se levantó de un salto y se enfundó en su armadura y ropas negras. Boli se irguió gruñendo en una hilera de dientes.



- Tranquilo Boli, si te portas bien, luego te llevo a ver a Lenona. O me hincho a vino del Rejo y le disparo a Txema.



Entonces el cuerno sonó en una tercera llamada. ¡Demonios! ¡No puede ser!


lunes, 13 de octubre de 2008

Instalando el MSN

5 trollkin
Yo, en una ínfima parte gracias a Jonasete (alias "Humakt", alias "Cambiacapas", alias "Pérjuro", alias "Matarreyes", alias "D20 fanboy"), soy un feliz usuario de Linux en su distribución de Ubuntu. Pero, por azares de la puta caja de pandora que es la vida, diariamente no me quedan más huevos que sufrir Windows. Necesitaba iniciar sesión en MSN para hacerle una consulta precisamente al Pérjuro. El muy infame. Pero no lo tengo instalado. Así que probé con el Web MSN que tan buenos resultados le dio a Txema en el cole (nefastos, por otro lado, para su rendimiento académico). La mierda de ventanita se me cerraba cada poco, con errores de conexión, y mi desesperación iba en aumento. Así que me dije "Bueno, pues lo instalo". Así, con dos cojones Mariloli. Cojo y lo instalo.

Cómo ha cambiado la cosa desde la última vez que instalé un MSN (que pudo ser cuando la guerra de Crimea). Ahora resulta que te bajas una preciosa aplicación llamada Windos Live Installer (lo más de la modernidad) que te obliga, por dos veces, a quitar un montón de mierda que no quieres. Oigan, señores de Live, que yo no quiero el control parental (¿luego cómo veo porno? Por cierto, que podrían haberse esmerado un poco más con la palabra. Parental, tócate los huevos), ni una barra de herramientas, ni un write, ni un picture, ni la madre que los parió a todos. Despues te sale un ayudante para el inicio de sesión. Esto si que es la repera. Yo sin los ayudantes no podría ni sacarme la chorra pa mear. No digamos ya iniciar sesión.

Después, el cachondo te dice "Espere unos momentos mientras comprobamos si tiene instalados otros componentes de Live". ¿Quién cojones te ha dicho a ti que puedes hurgar en mi ordenador, hijoputa? Todos lo pensamos "Más bien querrás decir 'Espere por si le encontramos software pirata en su ordenata, cabrón, culpable hasta que se demuestre lo contrario' " A mí que me registren, mi software es original.

Luego, no va el tío y dice "Estamos tardando mas de lo previsto, por favor, espere un poco más". ¿Qué pasa, Clyde? ¿Has encontrado algo que no te la pone dura? ¿Cómo que uso Firefox en lugar de vuestra mierda de IE?

Después, albricias, dice "La instalación puede tardar varios minutos, pero puedes hacer otras cosas mientras esperas" Sí. Cagarme en vuestra puta madre. Por cierto, ¿Quién os ha dado permiso para tutearme? ¿Nos conocemos? ¿Hicimos la mili juntos?

Para al final decir "No instalado" "Haga click aquí si desea que lo reintentemos más tarde"


Lo que deseo es que os ahoguéis con vuestra propia bilis. Imbéciles. Cierro esto y vuelvo a Ubuntu, adorados y entrañables repositorios...